lunes, 11 de julio de 2011

MITOLOGÍA CHINA - Pan Gu, El formador del mundo


En una época inmemorial no existían el cielo y la tierra. El universo era una nebulosa caótica y embrionaria que tenía la
forma de un gran huevo. Allí dormía, apacible y tranquilo, un gigante llamado Pan Gu.
Al cabo de dieciocho mil años, el gigante se despertó. Encolerizado porque en derredor suyo reinaban las tinieblas, sacudió sus brazos, vígorosos, como el hierro, para separarlas yel gran huevo se reventó La nebulosa caótica y primitiva, que había permanecido concentrada en un solo sitio durante varios cientos de miles de años, empezó a girar convulsivamente. Las materias ligeras se levantaron vertiginosamente, despersándose para formar el cielo azul, mientras que las pesadas comenzaron a precipitarse dando origen a la tierra. Pan Gu, desahogado y alegre, exhaló un suspiro mientras se afirmaba entre el cielo y la tierra.
A pesar de que el cielo y la tierra se habían separado, Pan Gu, preocupado de que se volvieran a unir, resolvió sostener al primero con las manos e hizo progresar su talla vertíginosamente. Creció diariamente 3,3 metros, separándose a este mismo ritmo el cielo y la tierra. Después de que transcurrieron otros dieciocho mil años, ell cielo alcanzó mayor altura y la tierra se solidificó. Por su parte, Pan Gu llegó a tener una estatura de 45,000 kilómetros y, apoyando sus pies sobre la tierra, sostuvo el cielo con la cabeza: era digno de que se le llamase gigante. Y debido a su esfuerzo, el cielo jamás volvió a fusionarse con la tierra. Las tienieblas y el caos se disiparon para siempre, pero Pan Gu agotó todas sus energías y murió extenuado pocoo más tarde.
Pan Gu aspiraba a crear un mundo bello y resplandeciente donde coexistieran el sol y la luna, las montañas y los rìos, y
todas las especies. Desgraciadamente, murió sin poder plasmar esta grandiosa causa.
Sin embargo, como hecho muy extraño, en el momento de su muerte, su cuerpo sufrió una metamorfosis repentina, dando origen a todo lo que nos rodea:
De su aliento nacieron el viento primaveral y las nubes que nutrían a los seres; su voz se convirtió en el trueno
ensordecedor. Su ojo izquierdo se transformó en un sol brillante, y, el derecho, en una hermosa luna; sus cabellos y la barba las cinco grandes montañ sagradas.

De su sangre brotaron enormes y tumultuosos ríos y sus tendones se transmutaron en ampios caminos dispuestos en todas las direcciones.
Sus músculos se conviertieron en tierras fértiles; y los dientes, los huesos y la médula de sus huesos, en blanco jade e
infinitas reservas minerales. El fruto de sus vellos fueron las plantas, la hierba y los árboles, y el de su sudor, la lluvia y el rocÍ. En una palabra, gracias al poderío mágico del gigante Pan Gu nació un mundo exuberante, pletórico de colorido y
esplendor. Y se dice que el hombre surgió en el espíritu y alma de Pan Gu que habían permanecido concentrados durante
largo tiempo.
Es decir, somos descendientes directos de Pan Gu

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