miércoles, 16 de noviembre de 2011

CIUDADES - LIJIANG "La Venecia del Este"

Lijiang, antigua ciudad de Dayan, capital de la Prefectura Naxi de Lijiang, conserva intacto y en su totalidad el casco antiguo, formado por pequeñas callejuelas empedradas y las centenarias casas tradicionales Naxi, con sus muros de barro cocido y piedra y sus ajardinados patios interiores.

 Pequeños canales recorren la ciudad entera con el agua pura y helada que viene de la Montaña del Dragón de Jade (5.550m) y que sirve, con su cima permanentemente cubierta de nieve, de símbolo identificador del carácter peculiar de los Naxi. Su fuerte sentido de la identidad nacional les ha permitido asimilar a lo largo de los siglos gran parte de la cultura china sin perder su carácter inconfundiblemente único, que les ha hecho una de las etnias minoritarias de China más peculiares y mejor conocidas. En Mayo de 1996 un terremoto de gran magnitud sacudió Lijiang provocando más de trescientos muertos. Sin embargo la arquitectura tradicional Naxi resistió sorprendentemente bien, para asombro de los organismos de ayuda internacional enviados para evaluar los daños. El terremoto había situado a Lijiang en el mapa, poniendo al mismo tiempo en evidencia la fragilidad y el increíble valor de su patrimonio cultural. Así que el Banco Mundial donó el dinero necesario para la reconstrucción de la ciudad antigua. Las casas derrumbadas por el terremoto en la ciudad antigua han sido reconstruidas respetando escrupulosamente el patrón original y todas  las construcciones no tradicionales dentro del casco antiguo han sido demolidas y posteriormente sustituidas por la arquitectura típica Naxi.



Una vez concluida la reconstrucción, la UNESCO ha declarado a la ciudad Patrimonio de la Humanidad, protegiéndola definitivamente de las mismas corrientes especuladoras que en casos como Kunming han acabado con su legado histórico.
El centro es la Plaza del Cuadrado, desde ella salen las calles que permiten salir de la ciudad antigua; callejuelas que ascienden hasta alcanzar la cima (pagando su entrada correspondiente) de la colina que domina la ciudad, y otras que se pierden en los laberintos de calles donde viven los Naxi. En esta plaza se colocaba el mercado hasta hace bien poco, ahora raramente se encuentran puestecillos con los tradicionales objetos de bronce de los Naxi, pero el lugar no ha perdido ese ambiente mágico que reúne a viajeros y población local


Las calles que surgen desde allí están llenas de tesoros. La luz sobre los tejados y banderolas; los palacios de los nobles ahora restaurados y acondicionados como hotelitos o casas de té; y al final, imponente, el Palacio de los Reyes Mu, que recientemente reconstruido no acaba de encajar muy bien en el auténtico ambiente de la ciudad. Todo esto es parte de  la Ciudad Antigua (古城) La ciudad Antigua de Lijiang, con sus calles empedradas, el murmullo del discurrir del agua por sus pequeños canales y el imponente trasfondo de la montaña del Dragón de Jade, es sencillamente, material de leyenda. Perderse en sus calles en busca de tesoros, albergue o compañía es el mejor de los pasatiempos



Palacio de los Reyes Mu:

Desde principios del siglo X, los Naxi destacan entre las tribus que habitan la región. Una serie de jefes guerreros consiguen un cierto grado de autonomía para gobernar a su pueblo bajo el beneplácito de los reyes de Dali. Las genealogías compiladas durante la dinastía Ming, dicen que eran los ancestros de la familia Mu. Según la política puesta en práctica por los mongoles de la dinastía Yuan, las minorías se gobernaban por sus jefes naturales, llamados tusi, que bastaba con que reconocieran la soberanía imperial y ayudaran a los emperadores en sus asuntos fronterizos, para poder ejercer su poder casi sin restricciones. Desde inicios de la dinastía Ming, los tusi o reyes de Lijiang, de la familia Mu, fueron los señores más poderosos de esta región fronteriza. Frecuentemente llevaban a cabo expediciones para defender la frontera de los ataques de los tibetanos, convirtiéndose en los mejores aliados locales de los chinos. Su decadencia se inició en 1723 cuando un administrador chino se ocupó de la gobernación de Lijiang; no obstante seguirán viviendo en medio del lujo y la opulencia en este palacio ahora reconstruido hasta el final de la revolución comunista.


Estanque del Dragón Negro (黑龙潭)
En el extremo norte de la ciudad, donde, en los días despejados, se puede ver la composición más típica de Lijiang, con el estanque en primer plano y la montaña del Dragón de Jade al fondo. Desde el parque se accede a la Colina del Elefante, a la que se puede subir por dos escalinatas. El estanque recibe el agua directamente desde la montaña del Dragón de Jade y desde ese punto se distribuye por Lijiang a través de su red de canales. Dentro del parque está el Instituto de Cultura Dongba con una exposición permanente de esa cultura preservada por los chamanes Dongba y su escritura jeroglífica.
El Pabellón del Fénix, sobre la colina que domina toda la ciudad antigua, no tiene mayor interés que la vista que se disfruta desde él, realmente interesante




La aldea Baisha (白沙村)
Está a solo unos pocos kilómetros al norte de Lijiang, fácilmente accesible en bicicleta y se puede combinar esta visita con la del templo Yu Feng. Baisha es hoy en día una pequeña aldea situada a siete kilómetros de la ciudad de Lijiang, pero esa aldea que semeja recostada en una larga siesta al pie de la Montaña del Dragón de Jade ha sido muy importante en la historia de los Naxi, primero por ser uno de los primeros lugares en los que se establecieron y segundo por ser el lugar de origen del clan Mu, que gobernaría a los Naxi durante siete siglos



Los Frescos de Baisha
Uno de los mçás importantes testimonios artísticos de los naxi son los Frescos de Baisha, una serie de pinturas religiosas que decoraron los templos principales de la zona durante la dinastía Ming, de los que solo se mantinen unos pocos en los principales templos de Baisha, la ciudad natal de los Reyes Mu y durante la época imperial, el centro ritual y religiosos de la región. Dado que la familia Mu consolidó su poder sobre la region durante la dinastía Ming, que les confirmó el cargo de tusi (jefes locales9 otorgado por los mongoles, los reyes de esta familia fueron determinantes en la difusión de la cultura china en estas tierras. No solo favorecieron la diffusion del budismo y el taoísmo en la region de Lijiang, sino que construyeron numerosos templos, decorados al estilo chino, para cuyas pinturas princiaples invitaron a trabajar con ellos, a algunos de los más famados pintures chinos de la época, otros tibetanos, así como artistas locales de las minorías Naxi y Bai. En el estilo de los frescos todavía se pueden distinguir los diferentes estilos artísticos de los pintores que participaron en la elaboración de los frescos. Los frescos más antiguos fueron pintados en 1385, y durante dos años se mantuvo una tradición artística propia. De ellos sólo quedan 53 frescos, la mayoría fragmentos de pequeñas composiciones, con un área total de 171 metros cuadrados.
La mayor concentración de estos frescos, y donde se encuentran los de mayor calidad y en major estado de conservación es en el Palacio Dabaoji, denro del complejo monumental de Baisha. Las tres principales paredes de esta sala están cubiertas casi completamente por pinturas religiosas, entre las que el observador profano sólo descubrirá a las principales deidades budistas rodeadas de centenares de personajes con aspecto solemne. Es una representación de la predicación de Amitayus, una de las manifestaciones del Buda. Y entre los centenraesº de personajes los expertos descubren descripciones de personas de distintas nacionalidades e incluso representaciones de deidades budistas, en un temprano ejemplod eclecticismo común a otros aspectos de la cultura naxi.
La entrada a este recinto real de Baisha, que ocupa toda la parte central del núcleo urbano, nos permitirá conocer también otros aspectos de la vida de la familia real, pues entrando a la derecha, se encuentra una exposición de los  objetos utilizados por la familia Mu en su vida cotidiana, y al fondo del recinto, el templo de Wenchang, dios de los letrados, actualmente con una estatua de Buda.
La parte posterior del complejo monumental de Baisha es una bella calle en la que el desarrollo del turismo ha promovida la apertura de numerosas tiendas de artesanías o recuerdos, así como una docena de cafeterías y restaurantes, con unas terrazas tranquilas desde las que el viajero se puede relajar de sus prisas y temores, y soñar por un momento que pertence él también a este mundo de ensueño

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